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¡Ayayai! ¡El latín!


Hace algunos años la asignatura de Latín estaba bastante presente en el nivel de estudios secundarios. De hecho, era materia obligatoria para todos los que se decantaban por hacer el Bachillerato, en cualquiera de sus modalidades. Con las sucesivas reformas del currículo, la lengua de Plauto (que no Pluto, el amigo cuadrúpedo de Goofy) el Latín fue quedando más y más arrinconado, hasta que finalmente se instaló en 4º curso de la ESO como materia de una de la modalidades, la académica, y únicamente para el itinerario humanístico. Así que todo el que esté pensando en un bachillerato de estas características que le permita, por ejemplo, cursar estudios de derecho, historia, lenguas o sociología entre otras, ya sabe que el latín se introducirá triunfante en su pesada mochila escolar. ¿Un sino inevitable? ¿Una desagradable jugada de los idus de junio que determinará nuestro destino? La verdad es que no encontramos demasiadas iniciativas que defiendan la importancia de estos estudios, y generalmente las que leemos utilizan argumentos un tanto endebles, incapaces de conquistar el corazón del futuro estudiante. No vamos a suplantar a los docentes de lenguas clásicas en este cometido, pero a la hora de valorar esta disciplina no se debe olvidar el latín y el griego fueron pilares fundamentales de la cultura occidental. De hecho, el latín fue durante siglos "el lenguaje de la razón" (algo así como el inglés en la actualidad) y todas las grandes figuras de la ciencia, desde Galileo a Newton (que era anglosajón), escribieron en latín. Esto permitió crear una comunidad supranacional de intercambio de ideas que contribuyó decisivamente al progreso del género humano. Menospreciar la materia en términos de "utilidad" resulta simple y engañoso. Si entramos al juego, también es lícito preguntarse de qué nos ha de servir conocer el método para factorizar una ecuación de segundo grado o saber el nombre y de los distintos orgánulos de la célula procariota. El latín y la cultura clásica representan un considerable corpus cultural con el que el futuro estudiante (de humanidades en particular, pero por extensión, la totalidad de los futuros universitarios) debe estar familiarizado. No es posible cultivar determinadas disciplinas sin haber trabado al menos un contacto ligero con el antecedente nuestra propia lengua. De hecho, un estudio demuestra que quienes estudian latín en el instituto llegan a dominar más lenguas extranjeras que el resto. Sin entrar en más jardines, diremos que aunque tan solo sea pensando en una formación general coherente e integral, el estudio del latín está plenamente justificado y es lo que toca... Si te planteas la opción académica más humanística de la ESO, el latín está ahí, esperándote... (Para los curiosos, que alguno habrá, recomendamos el libro de Wilfried Stroh El Latín ha muerto. ¡Viva el Latín!)


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