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Informe del 25N. La violencia contra las mujeres: una lacra internacional


En los últimos años se está visibilizando en problema de la violencia contra las mujeres, que siendo preocupante en la vieja Europa, es extremo en algunos países de Latinoamérica, donde cotidianamente se convive con la muerte. Durante este día queremos llamar la atención sobre esta lacra que asola países como Méjico, Venezuela, Argentina, Cuba o Colombia utilizando referencias aparecidas en prensa nacional (EL PAÍS) e internacional.

En Latinoamérica cada día mueren asesinadas nueve mujeres. Y esta terrible cifra puede ser solo la punta del iceberg. En el caso de México, menos del 10% de los delitos se denuncia, muchos Estados ni siquiera se cuentan las muertes violentas de mujeres, que se incluyen en el cómputo general de homicidios. En Cuba se silencian los asesinatos de mujeres, casi siempre en el seno de la pareja, no ofreciendo datos públicos al respecto y disimulando la elevada incidencia de casos. En Colombia ocurre algo similar: la cifra de víctimas se reduce a niveles europeos cuando registran solo aquellos casos en los que el agresor era una pareja. En Argentina, los datos oscuros de la violencia de género planean sobre una región que ya es lo suficientemente mortal y se ha convertido en la zona más peligrosa del mundo para las mujeres. En efecto: América Latina es el lugar más letal para ellas fuera de una zona de guerra, según ha señalado ONU. Las cifras que registra el organismo advierten de que en 2019 murieron 2.559 víctimas de la violencia machista. Aunque este informe no incluye a México ni a Colombia. Las dificultades para homologar los datos entre los diferentes países, algunos de ellos dictaduras opacas y poco accesibles. En el caso de México, en 2018 murieron asesinadas 3.430 mujeres —nueve al día—, pero de esos casos, solo 760 fueron investigados. En parte, porque en algunos Estados ni siquiera está tipificado este delito. En Colombia, durante ese mismo año se contabilizaron 1.002 asesinatos a mujeres—casi tres al día—, pero solo 144 se consideraron como abuso de fuerza contra la mujer, pues el agresor había sido su pareja o expareja. El país no ha difundido las cifras del resto de casos. En la región, los países que concentran los índices más altos de violencia machista se encuentran en Centroamérica. Así El Salvador figura con la mayor tasa de crímenes de este tipo por cada 100.000 habitantes, seguido de Honduras, Guatemala y Nicaragua.

En el Caribe, Cuba se lleva la palma en represión y maltrato institucional hacia las mujeres. La activista cubana Marthadela Tamayo, de la Red de Mujeres por la Igualdad, señala que la "represión, la vigilancia, el hostigamiento (...) es tan fuerte por parte de los órganos represivos" que han tenido que buscar apoyo en las redes sociales "para que las personas conozcan esta realidad". Cada 31 horas en promedio, una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer en Argentina, una cifra que no disminuye a pesar de la gran movilización social. El año pasado se registraron 292 asesinatos. En los primeros seis meses de 2019, ha habido 139 víctimas fatales, según el Observatorio de Feminicidios del Defensor del Pueblo de la Nación. Y en la última década, estos crímenes dejaron a 3.378 menores de edad huérfanos de madre, de acuerdo a los datos de la ONG Casa del Encuentro.

En 2017, 86.700 mujeres denunciaron algún caso de agresión física o psicológica en Argentina. Fue el primer dato del instituto de estadísticas oficial para intentar conocer la magnitud de la violencia machista. Ocho de cada 10 agresiones son perpetradas por parejas o exparejas de la víctima y las mujeres suelen tardar mucho tiempo en denunciar. El 23,1% dijo que su maltrato duró más de 10 años y casi la mitad de ellas lo soportó entre 1 y 5 años. Las autoridades argentinas creen que la mayoría de abusos sexuales tampoco son denunciados y menos aún en el caso de menores de edad, cuando el delito ocurre casi siempre puertas adentro. Las estadísticas oficiales muestran que en los últimos quince meses hubo 2.094 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual. Para los especialistas, es una ínfima parte de lo que sucede en realidad.

Un poco más al norte, en Colombia, se tiende a culpar a las mujeres o a no creerlas, e incluso a excusar a sus agresores, cuando enfrentan casos de violencia de género. "Lo más importante es poner fin a la cultura de la impunidad", ha enfatizado la jefa de ONU Mujeres en el país, Ana Guezmes. Según un estudio de la Fiscalía de ese año, la impunidad en la violencia contra la mujer ha llegado a ser ¡¡hasta del 96%!! El recordado caso de Rosa Elvira Cely, quien murió en 2012 en circunstancias de extrema violencia movilizó al país y suscitó un debate que ha perdido impulso. Aunque en 2015 se promulgó una ley que busca definir y castigar el asesinato de mujeres como un delito específico, las cifras se encuentran dispersas, y muchas veces se contradicen, al momento de atribuir un crimen a la violencia de género. Solo una de cada 10 mujeres asesinadas había denunciado antes violencia doméstica, Pese al acuerdo de paz que el Gobierno selló a finales de 2016 con la narcoguerrilla de las FARC, el problema se ha visto históricamente agravado por un conflicto armado en que guerrillas, paramilitares y agentes estatales se enfrentaron durante más de medio siglo. Más de 15.000 mujeres fueron secuestradas para servir de esclavas sexuales de la guerrilla según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, para después ser mutiladas y asesinadas, cuando no se convirtieron en un botín más entre combatientes. El cuerpo de las mujeres —el 91,6% de esos casos— terminó muchas veces convertido en el botín de los combatientes. Colombia también se hizo tristemente célebre a comienzos de esta década debido a que las mujeres sufrieron recurrentes ataques con ácido, atentados que dejaban víctimas desfiguradas. Una de esas víctimas, Natalia Ponce de León, se convirtió en un símbolo y prestó su nombre para una ley de 2016 que presionó a la justicia para castigar a los responsables, aunque sin éxito.

Según las estadísticas de la Red Femenina de Cuba, que no ceja en su voluntad de presionar a las autoridades de la dictadura para que tomen cartas en el asunto y no oculten ni silencien esos crímenes, se produjeron un total de 802 las muertes por violencia de género. En Venezuela, la crisis humanitaria y la hambruna han complicado aun más la precaria existencia de la mujer en este país. La grave situación de feminicidios en Venezuela ha encendido las alarmas. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) también expresó su preocupación por las cifras de feminicidios registradas en Venezuela a comienzos del año 2020. Por supuesto que desde 2016 el régimen no publica ningún dato sobre feminicidios. Entre los motivos para el incremento de los asesinatos de mujeres en Venezuela, se señalan la ausencia de un Estado de Derecho, instituciones muy debilitadas, personal sin ningún tipo de formación ni preparación para atender casos de violencia contra la mujer y la baja o nula confianza en el sistema de justicia, que garantiza la impunidad. Según Quiteria Franco, representante de la ONU, “esto ocurre paradójicamente en Venezuela, bajo un gobierno que se autodenomina feminista, pero que en la práctica es profundamente machista, misógino, homofóbico, y que además promueve la violencia y la ejerce a través de sus instituciones. Mientras que en el imaginario cultural venezolano se mantiene la creencia de que la violencia familiar es un asunto privado”.

En México, la mayoría de las mujeres casadas o con novio ha sufrido algún tipo de violencia machista. Esto supone un 64% de los casos. Más de 12 millones de mujeres que soportan el terror en el interior de sus casas, en la intimidad de su relación. Y la cifra más alarmante: alrededor de ocho millones han sido asfixiadas, cortadas, quemadas, empaladas, han sangrado por problemas nerviosos y han reconocido padecer depresión. Además, hay otros cuatro millones de mujeres a las que ya han intentado asesinar o ellas han reconocido plantearse el suicidio. Pero la impunidad en México pesa demasiado y este es uno de los motivos por los que menos del 10% de los delitos se denuncia. Conocer las cifras reales de asesinatos contra mujeres por el hecho de serlo se complica en uno de los países más violentos para ellas. La estrategia nacional se ha basado en decretar alertas de género en los municipios más peligrosos, como Ecatepec (Estado de México), que se colocó en el centro del huracán hace un mes tras la detención de un presunto asesino en serie. Pese a las alertas, muchas organizaciones denuncian que los homicidios contra ellas no han cesado: desde que en 2015 se implementara la alerta de género en ese Estado, los feminicidios han aumentado un 14%.

Lo cierto es que mientras que los índices de homicidios generales en Latinoamérica han aumentado y disminuido en los últimos 20 años, a las mujeres las siguen matando y maltratando igual.

Es necesario que esta información se conozca para tomar la verdadera dimensión internacional del problema y se censure a los regímenes que promueven el genocidio contra las mujeres, independientemente de su signo político y su adscripción ideológica.

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